martes, 31 de enero de 2017

Los Afectos Diversos y la obra de Juan Vásquez

Siempre resultan gratos los esfuerzos llevados a cabo por recuperar y difundir la obra de ese magnífico compositor extremeño que fue Juan Vásquez como ha hecho el conjunto Los Afectos Diversos en su más reciente lanzamiento, Si no os hubiera mirado.

Se trata de dieciocho temas de Vásquez más cuatro revisiones de su obra realizadas por varios de los grandes vihuelistas de la época, Fuenllana, Valderrábano y Pisador.

Juan Vásquez pertenece a la generación de polifonistas que vivió y trabajó durante el reinado del emperador Carlos I, entre las que destacan además de él figuras como Juan Escribano, Pedro Pastrana, Mateo Flecha “el Viejo”, Bartolomé Escobedo, Cristóbal de Morales y Diego Ortiz.

No se conocen excesivos datos sobre su vida, aunque parece claro que hacia 1530 fue cantor de capilla en su Badajoz natal y que vivió y trabajó también en las ciudades de Plasencia, Palencia y Sevilla.



De toda la obra del compositor, Los Afectos Diversos ha centrado su trabajo en su principal libro de música profana, Recopilación de sonetos y villancicos a quatro y a cinco, publicado en Sevilla en 1560.

La Recopilación… está integrada por sesenta y siete piezas y, a pesar del nombre de la obra, son casi todas villancicos e incluye tan solo seis sonetos, además de catorce canciones cortesanas.

Es un volumen que recoge temas muy populares de la época, algunos de los cuales aparecen en las grandes antologías, como los Cancioneros del Duque de Calabria y el de Palacio.

Tal era la fama de Vásquez como músico que hasta recibió panegíricos, como este soneto que firma el Licenciado Alonso de Barrera:

    Soneto en loor de la múflca
    y de luán Vasquez, múfico

    sabemos que los ángeles del cielo
    Alaban siempre a Dios, con acordada
    Música, y armonía concertada,
    En eterno contento, y gran consuelo.

    Muestr’alma rastreando deste velo
    Mortal cubierta, bien ymaginada
    La tiene acá, y en puntos dibuxada
    Haze concento angélico en el suelo.

    í deste ymaginar, y concertalla,
    luán Vasquez tanta parte y tal alcanza,
    Qual muestran muchos libros que á compuesto.

    ^ue oyéndolos, nuestr’alma dexa aquesto
    Del suelo, y toma aliento, y esperanza
    De yr al reyno del cielo allá a gozalla.

El villancico es la forma literario musical más extendida en la época, así que no es extraño que sea las más abundante en el libro de Vázquez y en otras recopilaciones, como el Cancionero de Medinaceli.

Sus villancicos están concebidos para ser cantados a varias voces (cuatro o cinco como reza el título) y para algunos estudiosos este autor transformó el villancico polifónico tradicional en el “madrigal castellano”, por las innovaciones que introdujo, como la repetición del estribillo y los compases adicionales en forma de coda.

Juan Vásquez transforma el género siguiendo la misma línea compositiva de Juan del Encina, a saber, construyendo sus piezas sobre melodías tradicionales, con simplicidad contrapuntística y economía de procedimientos técnicos.

La influencia italiana del madrigal y la villanesca le llevan a introducir compases nuevos para reforzar la carga expresiva del villancico.

De hecho, se persigue cada vez más la compenetración expresiva de la música y el texto o en palabras del propio Vázquez: “vistiendo el espíritu de la letra del cuerpo y música que más le conviene”.

Y es que el compositor extremeño es tan buen músico como excelso poeta, algo que dejan claro sus brillantes letras, reproducidas con gran acierto, en castellano e inglés, en el cuidado libreto que acompaña al disco.

Valga como muestra la maravillosa Soledad tengo de ti:

    Soledad tengo de ti
    tierra mía do nací.
    Si muriese sin ventura,
    sepúteme en alta tierra
    porque no estrañe la tierra
    mi cuerpo en la sepultura,
    y en sierra de grande altura.
    Por ver si veré de allí
    las tierras a do nací.
    Soledad tengo de ti,
    oh tierras donde nací.

La obra de Vásquez tuvo influencia sobre las piezas escritas por los grandes  vihuelistas, cuyos libros de cifra constituyen uno de los principales hitos del Renacimiento musical español.

Precisamente, Los afectos diversos ha querido reconocer esa deuda introduciendo en el CD cuatro piezas de vihuela basadas en obras del músico pacense.

El primer libro de Juan Vásquez vio la luz en 1551, pero su obra ya era conocida en el panorama musical del momento.

De esta forma, el vihuelista Enríquez de Valderrábano ya en 1547 incluye en su Silva de las sirenas cuatro piezas del extremeño, mientras que Diego Pisador en el Libro de música de vihuela que publica en 1552 recoge otras cuatro.

Estos ocho temas no serán publicados por Vásquez hasta aparecer en la Recopilación de 1560.

Finalmente, Miguel de Fuenllana transcribe hasta once en la obra Orphénica Lyra de 1552.

El disco Si no os hubiera mirado presenta entre sus pistas las adaptaciones para vihuela de Con qué lavaré de Fuenllana, En la fuente del rosel y Si me llaman, a mí llaman de Diego Pisador y Quién me otorgase, señora de Valderrábano.

Para esta grabación el coro Los Afectos Diversos dirigido por Nacho Rodríguez ha contado con el apoyo instrumental de un arpa de dos órdenes, un órgano (“para las piezas de mayor gravedad”), una vihuela, una viola da gamba y un sacabuche.

Como indica el propio Rodríguez en el texto que introduce la obra, el uso de instrumentos potencia la riqueza de colores de la música de Vásquez y para ello incluyen “instrumentos habituales en la España del momento”.

Si no os hubiera mirado constituye una magnífica puerta de entrada a la obra de una de las grandes figuras de la música española y, en paralelo, un vehículo para acercarnos a toda la grandeza y la riqueza cultural de nuestro Renacimiento. 


domingo, 22 de enero de 2017

Severo Bonini y su fresco imperfecto de la vida musical del primer Barroco

Hacia 1649 el monje benedictino florentino Severo Bonini considera cerrado su manuscrito Discorsi e retrole sovra la musica et il contrappunto. En su momento el hecho no tiene mayor trascendencia: Bonini, aunque maestro de capilla en la iglesia de Santa Trinita y compositor de motetes y madrigales, era una figura bastante secundaria dentro del panorama musical de la época. No obstante, dos siglos más tarde su Discorsi se convierte en una obra apreciada en el entorno académico porque supone un testimonio vivo de los años en que se extendió la monodia en la música italiana y en los que la ópera daba sus primeros pasos.

La intención de Bonini al escribir su obra era construir un gran tratado sobre la música, describiendo cómo surgió en la antigüedad, sus clasificaciones y el origen e historia de los diversos instrumentos. En paralelo llevó a cabo una defensa de la superioridad de la música moderna que surgía en Italia a principios del siglo XVII sobre las formas anteriores y, más concretamente, de la técnica de canto del estilo recitativo, cuya invención atribuye a su maestro Giulio Caccini.

Aunque, como ha sido apuntado arriba, no es uno de los nombres de mayor brillo del principio del Barroco, Severo Bonini fue testigo vivo de la revolución que experimentaron las formas musicales, y en su modesta medida, tuvo su protagonismo como agente del cambio. Entre sus logros se puede destacar el ser el primero en adoptar la nueva monodia a la música sacra, como hizo en las composiciones que integran sus Madrigali e canzonette splrltuali, obra que vio la luz entre 1607 y 1608. Escribió igualmente uno de los primeros motetes dialogados, Missus est Gabriel en 1609, y también probó suerte con el estilo recitativo en obras profanas, como el Lamento d´Arianna en 1613. Dos años después intentó combinar los estilos musicales florentinos de vanguardia con formas más clásicas, dando lugar a los motetes de “istile misto” de sus Affetti spiritualli. Este año de 1615 marca el final de su vida dentro de la nueva ola musical puesto que pasará los siguientes veinticinco años viviendo en pequeñas comunidades eclesiásticas y primando las tareas monásticas sobre la composición.

Sin duda el Discorsi e retrole sovra la musica es la gran obra de Severo Bonini. El primero que la referencia es Adrien de La Page en 1864 en sus Essais de Diphtêrogranhie Musicale. Este autor se muestra extremadamente crítico con el libro de Bonini resaltando su falta de percepción y su penoso estilo de redacción. Otros siguieron a La Page en destacar los defectos del Discorsi.

Maryann Teresa Bonino (Don Severo Bonini, 1972) investigó a fondo la obra en cuestión y concluyó que su mayor defecto es que el autor absorbió conceptos, nombres y eventos y los plasmó tal cual en el libro sin la mínima digestión, selección o evaluación. Parece ser que no realizó la menor sistematización crítica de una cantidad ingente de información que no acababa de entender del todo. El resultado es un gran mural de personajes y actitudes del siglo XVII.

Cuatro son las tesis que defiende Bonini en Discorsi e retrole sovra la musica, a saber:

1. Que la música no es una mera “bufonada” sino una ciencia divina (“non e buffoneria ... ma scientla propriamente divina”).
2. Que la música moderna, especialmente el estilo recitativo, es mejor que la de los antiguos.
3. Que Giulio Caccini inventó el estilo recitativo.
4. Que, con algunas reservas, los conjuntos de instrumentos no deberían estar prohibidos en las iglesias.

Severo Bonini considera que los renovadores florentinos de la música en su época son superiores a cualquier compositor anterior. Su catálogo de músicos contemporáneos es, no obstante, incompleto y fuertemente sesgado hacia los procedentes de la ciudad de Florencia. 

Presenta una cronología desordenada y numerosos fallos y omisiones en los datos sobre los músicos de su época. Por otro lado, su falta de criterio le hace destacar a músicos desconocidos y situarlos en lo más alto, como hace con Giovanni Orlandi al que coloca a la altura del mismísimo Monteverdi.

A pesar de la falta de exhaustividad de la obra de Bonini, sus estampas de la época y de sus gentes aportan cierto valor sociológico. En su intento de reflejar la adopción de la monodia y los primeros tiempos de la ópera, consigue elaborar un fresco del ambiente musical de la época, si bien imperfecto y sesgado por sus prejuicios, aunque vivo y colorista.

miércoles, 18 de enero de 2017

Miracolo D´Amore: Raquel Andueza y Xavier Sabata recuperan a Francesco Cavalli

Del magico concilio
chi vela li spettacoli?

Prólogo de La Rosinda (1651)

En el prólogo de la ópera La Rosinda, las Furias, con el telón todavía bajado (“Con la scena della tenda velata”) preguntan que quién, qué mágico consejo, oculta el espectáculo, el maravilloso espectáculo que constituía la ópera veneciana, que ya a mediados del siglo XVII es descrito por el viajero inglés John Evelyn como the “most magnificent and expensive diversions the wit of men can invent”, es decir, el más oneroso y magnífico entretenimiento que pueda concebir el hombre.

Y en su nuevo disco Miracolo D´Amore, La Galanía levanta con fuerza el telón y nos adentra en todo el esplendor de la música escénica de esa era dorada en la Serenísima República de Venecia a través de la música de Francesco Cavalli.

Para este proyecto, el conjunto liderado por la soprano Raquel Andueza y el tiorbista Jesús Fernández Baena ha contado con la figura del contratenor Xavier Sabata.

Se trata de otro brillante ejercicio de música barroca a sumarse al catálogo de Anima e Corpo donde ya figuran el Pegaso de Tarquinio Merula (2014) y Alma mía (2013), sobre la música de Antonio Cesti, además de las dos incursiones en la música en castellano del Siglo de Oro que son los dos volúmenes Yo soy la locura.

La Galanía ha elegido el formato de dúo para abordar la música escénica de Francesco Cavalli, si bien el disco contiene también solos y piezas instrumentales, que según apunta Manfred F. Bukofzer (Music in the Baroque Era, 1947) era un técnica muy apreciada por este compositor, a pesar de que su desarrollo todavía no llegaba mucho más allá del alcanzado en el tiempo de su maestro Monteverdi y los solistas cantaban con más frecuencia alternando las voces que juntos.

Severo Bonini en su obra sobre la monodia Discorsi e regole sovra la musica se refiere hacia 1641 a Cavalli en Venecia y a Luigi Rossi en Roma como los dos “nuevos cisnes” (“Sono da quei tempi sino ad ora sempre scopertisi novelli Cigni come in Roma il sig[nor] Luigi Rossi. In Venetia il Cavallo”) y realmente son dos nombres que marcan una nueva época de la música barroca italiana.

Precisamente, dos de los hitos musicales más renombrados de este tiempo fueron los estrenos del Egisto de Cavalli en 1643 y el Orfeo de Rossi en 1647.

Es una era que coincide con la aparición del bel canto, que algunos sitúan entre 1630 y 1640, y que para Bukofzer supone “una de las más destacadas contribuciones al desarrollo estilístico de la música barroca”.


Francesco Cavalli dejó una obra instrumental y sacra, pero donde realmente brilla con luz propia es en la música escénica, a través de las más de cuarenta óperas que compuso.

El crítico Gustav Kobbé considera la mayor aportación del compositor en la introducción de la melodía dentro del registro vocal, aliviando de esta manera el efecto monótono del recitado continuo, y de alguna forma anticipando la forma de aria que posteriormente desarrollaría Alessandro Scarlatti.
No es, por tanto, casualidad que Raquel Andueza y Jesús Fernández Baena se hayan fijado en este personaje para que protagonice su último lanzamiento.

Tampoco es casualidad que La Galanía haya dedicado un disco a Antonio Cesti y otro a Cavalli, pues el primero llegó a eclipsar el segundo en el panorama musical veneciano igual que Cavalli en su día eclipsó a Monteverdi

De hecho, gracias a la competencia que suponía Cesti, Cavalli rompió la promesa que había hecho al volver de París en 1662 de no volver  a escribir óperas.

Es una historia que merece relatarse.

El cardenal Mazarino, en un intento de afianzar la influencia italiana en la corte francesa, invitó a Francesco Cavalli a componer una ópera para las conmemoraciones del inminente matrimonio del rey Luis XIV y este aceptó escribiendo Ercole.


La ópera llevaba libreto de Buti -el responsable del Orfeo de Rossi-, y constituía un inmenso espectáculo de dimensiones wagnerianas -duraba unas seis horas-, en el que iban intercalados ballets compuestos por Jean-Baptiste Lully.

Pues bien, el intrigante Lully se las apañó para que en las últimas revisiones de la obra sus ballets cobrasen cada vez más protagonismo, de forma que se cuenta que el resultado final estrenado en 1662 era un inmenso ballet con interludios operísticos.

Cavalli se sintió humillado y juró que no volvería a escribir óperas, pero el orgullo de saber que su posición del más grande escritor de óperas veneciano se veía en peligro por el brillo que empezaba a cobrar Cesti le hizo volver a la trinchera.

En 1664 estrenaba Scipione Africano y aún alumbró cinco más antes de su muerte en 1676. La selección incluida en Miracolo D`Amore abarca piezas de todas las épocas de Cavalli, desde Gli Amori D´Apollo e di Dafne, su segunda ópera estrenada en 1640, hasta Eliogabalo escrita en 1667 que nunca llegó a llegó a estrenar en vida.


Como cuenta la propia Raquel Andueza en el libreto del disco, el resultado de unir todos los trozos crea una historia con sentido propio, que ella y Xavier Sabata llaman “nuestra pequeña ópera”, con la que consiguen construir una narración sobre los fragmentos de los relatos que cuenta la música de Francesco Cavalli.


Se trata de un maravilloso baile de máscaras que, recabando la complicidad del oyente, añade una dimensión creativa adicional a lo que ya es de por sí una brillante recopilación musical.



Miracolo D`Amore pone en evidencia la importancia que la ópera veneciana de mediados del siglo XVII otorgaba a las voces en solitario, frente a las obras que destacaban especialmente la música coral.

En este sentido, una visión sociológica de esta dicotomía nos llevaría  a contraponer la ópera “de coros”, más propia del gusto refinado de las cortes, a la ópera “de solistas”, más atractiva para el público burgués, que, en palabras de Manfred F. Bukofzer, “está primordialmente interesado, como lo está hoy en día, en cantantes estrella y una acción vertiginosa”.

Y parece ser que esta demanda del público fue detectada por los compositores de ópera venecianos, tanto por el propio Cavalli, como por Cesti y por Carlo Pallavicino.

De hecho la ciudad de los canales es uno de los lugares donde nace la ópera como industria del espectáculo en vez de como actividad para entretener a los príncipes y a sus invitados. 


Primero será el Teatro San Cassiano el que programa ópera desde 1637 para los que puedan pagar el importe, en principio los señores y sus criados que asisten al espectáculo desde el gallinero, y más adelante, el Teatro Sant’Apollinare en donde Cavalli estrenaba una, y a veces incluso dos obras, durante la época del carnaval, en la que la ciudad se llenaba de gente en busca de diversión y entretenimiento.

Otro paso adelante en la evolución de la ópera es la profesionalización del libretista.

Colaboradores de Monteverdi como Giacomo Badoaro y Giovanni Francesco Busenello eran poetas amateurs, mientras que una figura como Giovanni Faustini, que trabajaría con Cavalli a lo largo de diez años, está considerado como el primer “libretista profesional” de Venecia, un perfil que acerca la ópera al concepto de industria del espectáculo y la aleja del mero entretenimiento cortesano.

Los años en los que colaboran Faustini y Cavalli, entre 1642 y 1652, estos introducen importantes cambios en los convencionalismos que regían este tipo de espectáculo.

Una de las principales transformaciones consistió en ir paulatinamente abandonando los temas mitológicos e históricos y empezar a crear historias inéditas especialmente escritas para las óperas, con influencia de las formas literarias del siglo, como la Comedia del Arte, las narraciones épicas o el teatro español.

Precisamente, cuatro de las obras que ha seleccionado La Galanía para el disco -L`Egisto, L`Ormido, La Rosinda y La Calisto-, llevan textos de Faustini.

Miracolo D`Amore es una obra que gana en matices con cada escucha.

Cada audición parece llevar a la siguiente cuando nos sorprendemos tarareando alguna de sus melodías. La producción es exquisita como es habitual en los productos de Anima e Corpo y el CD incluye un libreto con los textos de las piezas interpretadas en varios idiomas, abundantes fotografías y una erudita introducción a la figura y la obra de Francesco Cavalli firmada por Lorenzo Bianconi.

Mención aparte merecen las notas personales que introduce Raquel Andueza, algo que el aficionado busca en primer lugar nada más abrir el precinto del disco, y que viene a ser el equivalente a la escena extra destinada a los fans que siempre hay después de los créditos en las películas de Marvel.

En este caso, en su texto Raquel nos habla de la complicidad que comparte con Xavier Sabata, de cómo una carrera ciclista interrumpió la grabación del CD en Girona y de una inquietante presencia sobrenatural que parece manifestarse en alguna de las pistas.



Hagamos caso a las Furias de La Rosinda, levantemos el telón y…  ¡que empiece el espectáculo!

El CD se puede adquirir en la tienda oficial de Anima e Corpo.