domingo, 30 de septiembre de 2012

Polifonía renacentista en Sigüenza

El próximo sábado 6 de octubre tendrá lugar en Sigüenza (Guadalajara) un recital de música renacentista a cargo del coro Esemble 4/4, bajo la dirección artística de Javier Ruiz-Morote Loft. Con el título, “El Renacimiento en Europa” la actuación realizará un recorrido por la música vocal del siglo XVI de España, Italia, Gran Bretaña y Francia.

El programa detallado es el que sigue:

“El Renacimiento en Europa”

 I

O Quam Gloriosum est Regnum (A4)    Tomás Luis de Victoria (1548-1611) España
Ave Verum Corpus (A4)                       William Byrd (1540-1623) Gran Bretaña   
Il Bianco e dolce cigno (A4)                  Jacob Arcadelt (1504 – 1568) Francia
Ave Virgo Sanctissima (A5)                  Francisco Guerrero  (1528-1599) España
Hodie Beata Virgo (A5)                       Giovanni P. Palestrina (1525-1594) Italia
Now is the month of Maying (A5)        Thomas Morley (1557-1602) Gran Bretaña

 II

Amor Vittorioso (A5)                          Giovanni Gastoldi (1550-1622) Italia
Kyrie – Missa Mille Regretz (A6)        Cristóbal de Morales (1500- 1553) España
Hosanna to the Son of David (A6)       Orlando Gibbons (1583-1625) Gran Bretaña
Is Est bel et Bon (A4)                          Pierre Passereau (1509 - 1547) Francia
Agnus Dei II – Missa Papae Marcelli (A7)    Giovanni P. Palestrina (1525-1594) Italia


El marco para el evento no puede resultar más atractivo: la Parroquia de San Vicente Mártir, un templo románico situado en el corazón del casco urbano medieval de la población. A pocos metros de la misma se encuentra el edificio del siglo XV conocido como “Casa del Doncel” que alberga un pequeño museo de la vihuela de mano y la guitarra. Todo ello es motivo suficiente para realizar una pequeña escapada de turismo musical.

Para aquellos que vivan en Madrid y alrededores, Sigüenza solamente está a 130 kilómetros de la capital (alrededor de una hora y cuarto en coche), por lo que se puede ir y venir cómodamente en el mismo día.

Esemble 4/4 volverá a actuar el 21 de octubre, esta vez en Madrid, en la Parroquia de San Sebastián de la calle Atocha.



viernes, 21 de septiembre de 2012

El populacho mató a la vihuela



La vihuela fue el cordófono de moda en el siglo XVI pero su popularidad fue efímera. Resulta curioso como los distintos instrumentos se van sucediendo en el tiempo, podríamos decir que se derrotan unos a otros en los usos y costumbres de la sociedad española.

El laúd, que tuvo su momento en el siglo XV, fue reemplazado por la vihuela en el XVI, y ésta, sucumbió ante la guitarra barroca en el XVII. Entiendo que no fue un proceso tan lineal como lo cuento yo, ni las acotaciones temporales tan precisas, pero a grandes rasgos sí que sirve como descripción de la evolución de la cuerda en España.

Y digo España porque no parece que en otros países europeos la sucesión instrumental haya sido similar. El laúd tuvo un gran apogeo en la Inglaterra del XVI, con una escuela encabezada por el gran John Dowland (aunque trabajó mayormente en Dinamarca y Alemania), que proyectó la música para ese instrumento a las cotas más altas, en términos de técnica y popularidad. En nuestro país, la obsesión por la limpieza de sangre que trajo consigo el reinado de Isabel y Fernando desterró el laúd para siempre como instrumento cortesano por sus connotaciones islámicas.

La vihuela se hizo con el puesto del laúd como instrumento cortesano durante el siglo XVI. España vio florecer una escuela de vihuelistas que empezaron a componer para ese instrumento: Luis de Milán, Luis de Narváez, Alonso Mudarra, Enríquez de Valderrábano, Miguel de Fuenllana, Diego Pisador y Esteban Daza. Era música a menudo basada en danzas o melodías populares para el solaz y esparcimiento de la nobleza.

Los libros de cifra para vihuela publicados en esa época sientan los cimientos de la técnica de interpretación del instrumento. Suele ser muy sofisticada y precisa en cuanto a las exigencias de la ejecución. Curiosamente, dentro de la educación de la nobleza española del Renacimento figuraba el saber tañer la vihuela, es decir, que era un instrumento asociado a la buena sociedad.

Sin embargo, su buena estrella cayó en picado en la segunda mitad del siglo XVI. La guitarra barroca le comió el terreno. Y no fue por que tuviese distintas prestaciones, pues a fin de cuentas eran muy parecidas, sino por la técnica de interpretación introducida por el pueblo. El punteado característico de la vihuela fue sustituido por el rasgueado de la guitarra, una técnica más basta al alcance de cualquiera.

Nos lo explica Rafael Mitjana en su monumental obra “Historia de la música en España” (1920):

“Al tañer punteado artístico propio de los virtuosos vihuelistas sucede el rasgueado, forma típica y nacional de tocar la guitarra, que consiste en rozar rápidamente las cuerdas con los cuatro dedos largos de la mano para producir acordes arpegiados, mientras que el pulgar hace sonar el bajo.”

Los días de la elaborada técnica de la vihuela habían acabado. Uno de los primeros tratados de interpretación de guitarra que refiere Mitjana se publica a finales del siglo XVI. Se trata de la obra del doctor Juan Carlos Amat “Guitarra española y Vándola en dos maneras de Guitarra Castellana y Cathalana de cinco órdenes, la qual enseña de templar y tañer rasgado, todos los puntos naturales y b mollados con estilo maravilloso. Y para poner en ella cualquier tono, se pone una tabla, con la qual podrá qualquier sin dificultad cifrar el tono, y después tañer y cantarle por doze modos. Y se haze mención también a la Guitarra de quatro órdenes”. Es bastante descriptivo el título…

No fueron poco los que lamentaron la plebeyización de la técnica de la cuerda y su caída en manos del populacho. En su obra “Del origen y principio de la lengua castellana” (1674), el doctor Bernardo Aldrete, a la sazón canónigo de la Santa Iglesia de Córdoba, se lamenta amargamente al hablar de la vihuela:

“Ha sido una gran pérdida, porque en ella se ponía todo género de música punteada, y ahora la guitarra no es más que un cencerro, tan fácil de tañer, especialmente en lo rasgado, que no ay moço de cavallos que no sea músico de guitarra”.

Y concluye la entrada correspondiente a la vihuela con una bonita adivinanza relativa al instrumento:

“Todos, sin ser ordenada,
Ordenes dezis que tengo
Pero aunque soy entonada,
Y de tant a orden cercada
Dellas, ni de la Iglesia vengo”

sábado, 15 de septiembre de 2012

Viaje atrás en el tiempo en Guadalaviar

Finalmente he encontrado el reportaje gráfico que refleja aquel fin de semana de junio en Guadalaviar. En el marco de la iniciativa “Musas, músicas, museos” tuvo lugar una verdadera inmersión en el siglo XVI a través de recitales, danzas y hapennings de diversa índole.

Fueron dos días de disfrute colectivo, en el que un grupo de profesionales y aficionados a la música antigua “nos dejamos ir” allá en los Montes Universales.

No puedo dejar de agradecer a Javier Martínez, el organizador (que habla al principio del vídeo junto a la alcaldesa de la localidad), que nos invitase al evento y que ejerciese de perfecto anfitrión de una forma tan exquisita. Deseo fervientemente que este festival se repita más veces.  


domingo, 9 de septiembre de 2012

William Byrd, el padre de la música inglesa

Para unos un título exagerado y para otros más que justificado, lo cierto es que William Byrd está considerado como el compositor más avanzado de su tiempo, que fue el paso del siglo XVI al XVII. Autor tanto de música sacra como de profana y tanto de piezas vocales como instrumentales, exhibe a lo largo de su obra una imaginación y calidad muy superior a la de sus colegas contemporáneos.

Nacido en 1543, trabajó para la corte prácticamente toda su vida, después de ejercer diez años como organista de la catedral de Lincoln, su ciudad natal. Parece que su catolicismo fue tolerado por la reina Isabel, a la sazón adalid de la Reforma e impulsora de la persecución de los papistas en las islas. Según el musicólogo Stanley Sadie no consta que sufriera represalias por profesar su fe católica a lo largo de su vida; por contra, el músico y escritor William Mann afirma que sí que fue perseguido, aunque no aporta más información al respecto.

En cualquier caso, Byrd supo jugar bien sus cartas y mantener contentos a todos: escribió numerosas piezas religiosas para la iglesia anglicana pero también compuso obras para familias católicas. Sobre esto último, cuenta en su haber con tres misas en latín y motetes para la celebración del oficio.

Para la iglesia anglicana escribió servicios y anthems, el equivalente inglés a los motetes, que constituye un género autóctono británico muy popular a comienzos del siglo XVII. 

A menudo se asocia la obra de William Byrd con un tono lastimero y tristón, sin embargo, con los años su obra, tanto la religiosa como la profana, se fue haciendo cada vez más alegre y dinámica. Es curioso que cuanto más mayor más alegre cuando lo habitual es lo contrario.

Su obra laica es igualmente importante, a pesar de que no compuso ningún libro de madrigales, como acostumbraban los compositores ingleses algo más adelante. Se argumenta que en la época más prolífica de composición de Byrd el madrigal italiano todavía no se había popularizado en las Islas Británicas. No obstante, los expertos definen muchas de sus piezas como “muy madrigalianas”, dado que utilizó en sus canciones un contrapunto fluido e intrincado.

Publicó tres libros, dos volúmenes de "Psalms, Songs and Sonets", en 1598 y 1611, y otro titulado "Songs of Saundrie Natures" en 1589. En ellos expone un collage de piezas y estilos que da lugar a una obra variada y diversa.

Finalmente, William Byrd destacó también en la música instrumental, especialmente a través del consort, un género puramente británico, en el que un grupo de instrumentos desarrollan variaciones sobre una melodía (por cierto, también existen consorts acompañados de voz). Muchas de estas melodías “tuneadas” procedían de canciones populares de la época o de movimientos de danzas como la gallarda o la pavana.
Murió en 1623 habiendo abierto un ancho camino que seguirían sus sucesores inmediatos: los madrigalistas ingleses.